jueves, 13 de septiembre de 2007

La infancia y los responsables (parte 1) Graciela Montes

Me siento agradecida por este espacio que se me da y querría usarlo bien, diciendo sólo cosas necesarias. La primera: que los responsables del bienestar o malestar de los niños son los adultos. Digo esto porque cuando se enuncian los derechos del niño, o cuando la prensa se escandaliza por situaciones de abuso, maltrato o abandono infantil, suele saltearse el capítulo de las responsabilidades. Por cada niño golpeado o hambriento, por cada niño muerto o herido en la guerra, por cada niño que enferma por falta de agua potable, por cada niño analfabeto, por cada niño abandonado en las calles o frente a una pantalla, por cada niño angustiado o perdido, somos responsables los adultos. Todos los adultos. Responsables individual y socialmente. Y globalmente, habría que agregar ahora, dados los tiempos que corren.La segunda cosa que quiero decir es que los niños suelen sufrir la misma suerte que sus propios padres en el mundo, que el bienestar o malestar de sus padres los compromete necesariamente a ellos y que es casi imposible proponer el bien de los niños sin ocuparse también del de sus padres.¿Por qué insistir en la responsabilidad? Porque está asociado al poder. Los adultos somos responsables personalmente de los niños porque somos hegemónicos, tenemos el poder. De un lado hay alguien que puede y sabe más: el grande; del otro, alguien que puede y sabe menos: el chico. Somos los grandes los que tomamos las decisiones, y los que toman decisiones son responsables.Los niños se entregan, confiados, a nosotros. Nosotros, en el mejor de los casos, los protegemos y jugamos con ellos para goce de todos: en el peor, los abandonamos o los devoramos de diversas maneras. La ambigüedad parece irremediable: experimentamos el deseo de ampararlos de todo mal, pero también la tentación de aprovecharlos para gratificación propia. De a ratos hacemos de hadas madrinas, y de a ratos, de ogros devoradores. En fin, que, magnánimo o no, el adulto es hegemónico. Y su hegemonía lo vuelve responsable. Eso sucede en los tratos con la infancia siempre, en cualquier lugar del mundo y en cualquier circunstancia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me parece um ,uy buen articulo!!!